21/5/11

|mejor juntos|

El abuelo se sentó y agachó la cabeza, cayeron algunos pocos pelos blancos. Manuel se estiró y logró atraparlos antes que toquen el piso
- Tomá abuelo ¿no tenías canas verdes vos?
Tomás sonrió. De todas las cosas que había perdido solo una se mantenía intacta, y era su sonrisa, y a Manuel le encantaba, si había algo que realmente lo hacía feliz era ver al abuelo reír.
Hacía exactamente ocho veranos que sólo había abuelo y ya no abuela. Tomás hizo una mueca como mostrando dolor, pero sin querer mostrarlo. 
Manuel que no se le escapaba ni un detalle, le preguntó
- ¿Abuelo te duele otra vez ahí adentro?
El viejo se estiró los pantalones, enderezó la espalda y  se sintió como si estuviera en el bar, con un café de por medio y frente a algún ya gastado y veterano amigo, y decidió abrir sus pensamientos.
- Si Manuel, me duele acá adentro, otra vez. Es que uno puede perder cosas en la vida, y te lo dice un viejo que lo único que conserva es un poco de nostalgia y la formacion del Boca del ´70, pero la vieja era la vieja. Vos no sabes lo que era tu abuela, era un ser increíble. Mirá que pudo haber elegido entre muchos, porque si algo le sobraban eran pretendientes, pero me eligió a mi, nose que me habrá visto, sólo sé que se enamoró y prometió cuidarme y amarme hasta que la muerte nos separe...(Tomás se llevó la mano derecha a los ojos, intentando esconder lo que parecía una lágrima, tomó aire y continuó)... y la muy desgraciada nos separó.
- Pero abuelo si vos la querías tanto, y la extrañas mucho ¿ por qué no te fuiste con ella?
Fue lo más duro que escuchó en años, ese viejo se desvaneció. Había pasado por varios especialistas, familiares, amigos, y ninguno de ellos, si bien hablaron mucho, pudieron calar tan hondo como Manuel aquella tarde.
Esa pregunta le quedó dando vueltas en la cabeza, se paró, retiró la pava del fuego y probó el mate. Estaba feo.
Los ojos de Manuel esperaban una respuesta, los de Tomás también. El viejo sabía que sus próximas palabras podían arruinar la imagen que su nieto tenía de el, o peor aún, engrandecerla. 
Después de cuatro mates seguidos, con intentos de respiración entre medio acercó la silla a la mesa, corrió al gato de sus pies y se puso las manos en las rodillas, sentado como en posición de derrotado, con una mirada de súplica hacia Manuel le dijo:
- Tu abuela es lo mejor que tuve y lo que más extraño, intenté solo pero es imposible, en la vida se puede empujar de a uno, pero siempre es mejor juntos.


A la mañana siguiente, Tomás se fue con ella.

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