Todo marchaba bien mientras dormía, hasta que en un momento de la noche (todas las noches) el se encontraba corriendo, rápido muy rápido, para tratar de alcanzarla. Era raro porque ella no corría, pero estaba lejos, muy lejos. El gritaba, lloraba, corría. No dejaba de correr ni un segundo. Salataba obstaculos, dejaba gente en el camino, pateaba perros. Corría.
La luz del sol se alejaba de el, la oscuridad poco a poco lo abrazaba. Llovía, nevava, caían piedras. Así y todo el corría. No iba a dejar que nada lo aleje de ella, no se perdonaría, no otra vez, perder lo que más queria en el mundo por el simple hecho de no querer correr, de cansarse, de abandonar.
Fueron 140 noches las que corrió.
Fueron 140 noches las que lloró y gritó.
Fueron 140 noches.
Creyó que nunca iba a poder alcanzarla, que en algún momento se iba a cansar, que quizá debía resignarse y entender que no era que el no tenía la suficiente rapidéz, sino que ella -tan hermosa ella- no quería que la alcance.
Una noche dejó de soñar, dejó de pensar, dejó de gritar. Comenzó a caminar, es decir, dejó de correr.
No cree estar muy seguro de lo que hizo, no cree tener los pies sobre la tierra. Pero cree en algo mucho más grande... en algo mucho mejor.
--sé fiel hasta la muerte--
2 comentarios:
Como puse en el comment anterior, me encantó el nuevo nombre Arltiano del blog je... me re gustó este escrito, nada más cierto y que me más paz: hay que esperar en El! =)
Ya es hora de terminar con esto de venir a chusmear este rincon e irme sin saludar, je!
Está bueno nene! Pero no me sorprende...
En otro momento, con menos neuronas agotadas, vuelvo y hago un comentario mas inteligente y un poco menos cholulo.
Abrazo Bloguer!
Publicar un comentario